martes, 16 de diciembre de 2008

El mito de las huelgas japonesas


¿Qué es una huelga a la japonesa? ¿Trabajar más horas y a más velocidad para generar un exceso de producción que la empresa no pueda colocar en el mercado y sufra por tanto pérdidas millonarias? Pues no. En realidad, lo de que los trabajadores japoneses hacen huelga trabajando más es sólo una leyenda urbana. Un mito. Los japoneses tienen merecida fama de ser muy trabajadores y, por eso, era fácil creerse el bulo. Pero, pensándolo fríamente, ¿no podría una empresa que sufriese una "huelga a la japonesa" simplemente dejar de suministrar materia prima a sus trabajadores para que estos no generasen sobrestock? Lo que sí es cierto es que no utilizan la típica huelga que nosotros conocemos –no ir a trabajar y, por tanto, no cobrar–, sino que, como gente inteligente, recurren a un sistema de protesta mucho más taimado: trabajan las mismas horas que siempre (y, por tanto, cobran lo mismo) pero prestando poca atención a lo que hacen, con lo que los productos contienen más errores y la empresa sufre pérdidas económicas por las devoluciones y, lo que es más importante, pérdida de prestigio por la mala calidad de sus productos. En España sería difícil adoptar este formato de huelga "de celo", ya que hay demasiada gente que la practica como norma sin ni siquiera pretenderlo. Por el lado bueno, en nuestro país no tenemos costumbres empresariales como tener que cantar el himno de la empresa al inicio de la jornada o participar obligatoriamente en actividades lúdicas antiestrés como el disfrazarse de animalitos...

martes, 2 de diciembre de 2008

Stanislav Petrov, el hombre que salvó al mundo del holocausto nuclear


Por muy pocos es conocida la figura de Stanislav Petrov, el teniente coronel de la URSS que, gracias a su sentido común y sangre fría, evitó que nuestro planeta fuera destruido el 26 de septiembre de 1983, fecha del poco difundido 'Incidente del Equinoccio de Otoño'.
En aquella fecha, Petrov se encontraba al mando del búnker Serpukhov-15, el centro militar desde el que se coordinaba la defensa aeroespacial soviética. Su misión era alertar de cualquier ataque realizado por los estadounidenses, lo que daría lugar a la inmediata respuesta nuclear rusa y la consecuente destrucción total. Tres semanas antes, los soviéticos habían derribado un avión coreano de pasajeros que había invadido su espacio aéreo, matando a 269 personas, entre ellos varios americanos. A las 00:14 el ordenador del búnker detectó un misil balístico americano lanzado desde la base de Malstrom (Montana, EE.UU.) y avisó de que alcanzaría la URSS en 20 minutos. Petrov pensó que podría tratarse de un error y decidió esperar. Al poco, las pantallas le indicaron que cuatro misiles intercontinentales más habían sido lanzados y se dirigían hacia su país. ¿Qué hacer? Su deber era alertar para inicar el contraataque masivo, pero su sentido común le llevó a pronunciar una frase que nos salvó a todos: "Nadie empieza un ataque nuclear con sólo cinco misiles". Y estaba en lo cierto: los cinco "misiles" no eran sino reflejos del sol filtrado a través de las nubes que el ordenador confundió con las estelas de misiles nucleares.
Como premio a su decisión, los altos cargos del Ejército soviético le recriminaron por no cumplir sus órdenes a rajatabla y le destinaron a un puesto inferior, a la par que echaban tierra sobre el asunto.

lunes, 17 de noviembre de 2008

Julio Verne: ¿viajero del tiempo o adivino?


La teoría oficial es que Julio Verne (1808-1905) era un tipo inquieto con una gran imaginación que, gracias a sus conocimientos de los avances técnicos y científicos de su época, predijo en sus novelas multitud de vehículos y hazañas que han llegado a convertirse en realidad un siglo después, como los cohetes espaciales y la llegada del hombre a la Luna. La teoría de la conspiración nos dice que Jules Verne fue en realidad un viajero procedente del futuro que, atrapado en un viaje al siglo XIX, aprovechó sus conocimientos de lo que estaba por venir para vivir de sus novelas e inspirar, al mismo tiempo, a los ingenieros que habrían de llevarlas a cabo. ¿Con cuál de las dos teorías quedarse? "La primera", habría dicho yo sin dudar... antes de leer su novela 'París en el siglo XX', la "novela perdida" de Verne.
Esta obra, publicada por primera vez en francés en 1994, fue escrita en 1863 y se mantuvo oculta en una caja fuerte del escritor durante 130 años hasta que fue descubierta por un bisnieto suyo. Verne la guardó tras recibir una carta de su editor en la que rechazaba el manuscrito diciéndole que nadie leería una novela tan pesimista y que la publicación de dicho texto supondría un desastre para su reputación como escritor. La novela comienza en París, en agosto de 1960 y su protagonista es un estudiante de literatura despreciado por los demás en un mundo dominado por el dinero y la ciencia. Por un lado, Verne, que siempre había sido defensor de los avances científicos, critica duramente el efecto de éstos en la sociedad y, por otro, vaticina una serie de aparatos demasiado larga para no empezar a plantearse aquella segunda teoría sobre el autor: automóviles movidos por motores de gasolina de combustión interna, trenes de alta velocidad, calculadoras, internet, la silla eléctrica, ¡la Torre Eiffel!... Así, Verne escribe, por ejemplo: "La mayor parte de los innumerables coches que surcaban la calzada de los bulevares lo hacían sin caballos; se movían por una fuerza invisible, mediante un motor de aire dilatado por la combustión del gas"; o "Ya no cortaban la cabeza a nadie. Le fulminaban con una descarga". Habla de la globalización de los mercados financieros mediante los avances tecnológicos, como el "telégrafo fotográfico", que hace posible enviar a cualquier parte el facsímil de un documento y firmar contratos a 10.000 km de distancia. Los parisinos viajaban por la ciudades en un ferrocarril metropolitano formado por cuatro círculos concéntricos y la luz eléctrica iluminaba toda la ciudad por la noche (recordemos que lo escribió antes de que eso sucediera).
Algunas frases sueltas: "El latín y el griego no sólo eran lenguas muertas, sino enterradas". "Aunque ya nadie leía, todo el mundo sabía leer". "No había hijo de artesano ambicioso, de campesino desplazado, que no pretendiera un puesto en la Administración". "Lo importante no era alimentarse, sino ganar con qué alimentarse". "Serás mayor de edad a los 18". "Se comprende que el consumo de papel aumentase en proporciones inesperadas; los bosques ya no servían para calefacción, sino para la impresión". "¡Concierto eléctrico! ¡Y qué instrumentos! Doscientos pianos comunicados entre sí a través de una corriente eléctrica tocaban juntos de la mano de un solo artista"...
Desde luego, da que pensar...

jueves, 30 de octubre de 2008

Acerca del manga


Todos sabemos que el manga son las historietas japonesas, pero hace poco me picó la curiosidad sobre su origen y me estuve informando con un poco más de profundidad. Aquí os pongo algunos datos que me parecen interesantes a modo de culturilla general:
-"Manga" se traduce literalmente como "dibujos caprichosos" o "garabatos" ("man" significa "dibujo" y "ga", "informal").
-El término lo inventó hace 200 años Hokusai Katsushika, un dibujante de ukiyo-e (esos grabados con típicas estampas japonesas; aquí os pongo un ejemplo).

-Durante el periodo Edo (1603-1868), el ukiyo-e evolucionó mucho y dio lugar a las primeras narraciones que se podrían aproximar al manga moderno.
-La unión del ukiyo-e y el estilo occidental de secuencias dio lugar al manga en la era Meiji (1868-1912). Los artistas occidentales se maravillaban de la belleza exótica que les transmitía el ukiyo-e y lo usaron junto a las nuevas técnicas del cómic occidental. Charles Wirgman y George Bigot fueron los representantes más relevantes de esa corriente. Aquí, un detalle de una página de Wirgman:

-Al llegar la Segunda Guerra Mundial, el manga comenzó a verse influenciado por los relatos bélicos, con personajes invencibles. En 1945 las autoridades estadounidenses de ocupación prohibieron este tipo de historietas.
-En la dura posguerra, la industria del entretenimiento floreció como evasión psicológica y aparecieron los "libros rojos", obras baratas de 200 páginas en blanco y negro y con portadas rojas. Osamu Tezuka, triunfó con su primer libro rojo, 'La nueva isla del tesoro', del que vendió más de 500.000 ejemplares.
-En 1988 el manga se popularizó en Occidente gracias a la película 'Akira'.
-Un autor de manga es denominado "mangaka".

martes, 21 de octubre de 2008

Auguste Maquet, el negro de Dumas


Una de las mayores injusticias cometidas en la historia de la literatura es la adjudicación de la autoría de 'Los tres mosqueteros' y 'El Conde de Montecristo' a Alexandre Dumas padre (su hijo también fue escritor, y mejor persona que él). Dumas padre escribió más de 300 obras en su vida, una cantidad de trabajo que se explica con el dato de que llegó a trabajar con 63 "colaboradores", a los que hoy llamaríamos "negros". El mejor de ellos fue Auguste Maquet, quien renunció a que su nombre apareciera junto al de Dumas (mucho más comercial que el suyo) a cambio de una pasta gansa. Maquet organizaba la estructura general del argumento y el primer borrador. Sobre él, Dumas añadía detalles (los editores les pagaban por línea) y descripciones. En una ocasión, Alexandre Dumas padre le preguntó a su hijo: "¿Has leído mi nueva novela?". Y su hijo le contestó: "Sí. ¿La has leído tú?". En 1851, tras diez años de colaboración, Maquet dejó de colaborar con Dumas y, más adelante, le llevó a juicio para reclamarle el dinero que creía que valía su trabajo. El juez no le dio la razón, porque, aunque el trabajo de documentación histórica y la mayor parte del trabajo de escritura era de Maquet, consideró que el "color" lo ponía Dumas. Injusticias de la vida... y la literatura. Aquí abajo tenéis a ambos (Maquet es el de la izquierda).

miércoles, 1 de octubre de 2008

Bartleby: "I would prefer not to"


Herman Melville escribió el relato 'Bartleby, el escribiente. Una historia de Wall Street' en 1853. El protagonista, Bartleby, ha inspirado y servido de ejemplo a hordas de jóvenes apáticos durante siglo y medio y se ha llegado a convertir en el símbolo de la no-acción. Ya se han rodado tres películas inspiradas en el relato, pero hace falta remontarse al origen para comprender la profundidad de Bartleby en toda su potencia...

La historia es narrada por el propietario de un despacho jurídico para el que trabajan tres copistas, a cual más extravagante, y que decide un buen día (desgraciado para él) contratar a un joven pálido y delgado que le parece poseedor del carácter adecuado para realizar la pesada tarea de copiar páginas y páginas de documentos jurídicos que luego deben ser revisados concienzudamente por parejas durante horas. El joven, llamado Bartleby, se muestra silencioso y cortés, aplicado a su repetitiva tarea en un escritorio con vistas a un muro de ladrillo. Pero un día, cuando el jefe le requiere para que revise con él uno de los documentos, Bartleby responde sencillamente: 'I would prefer not to' (Preferiría no hacerlo). Su jefe insiste, pero recibe la misma sencilla respuesta: 'I would prefer not to'. Esta mítica frase, pronunciada con cortesía, desarma a su superior, pues no niega el acatamiento de la orden ni lo concede: simplemente manifiesta el deseo de no llevarla a cabo.

A partir de entonces, Bartleby sólo pronuncia esa frase, rehusando hacer cualquier acción, sin argumentar el motivo ni revelarlo de ningún modo. Además, su jefe descubre un domingo que Bartleby jamás abandona la oficina, ya que, de hecho, vive allí, sin hacer absolutamente nada y... No voy a revelar nada más porque no es cuestión de chafar la historia a quien no la conozca. Podéis leer el relato entero aquí.

lunes, 22 de septiembre de 2008

Patrick O'Brian y el mar


Cuando pensamos en literatura naval, tres apellidos suelen acudir a la llamada: Melville, Stevenson y O'Brian. Este último es, en mi opinión, el más relevante de los tres (por míticos que sean 'Moby Dick' y 'La isla del tesoro'). Abrir una novela del británico Patrick O'Brian significa pasarse horas enganchado a una aventura que no soltarás hasta habértela leído del tirón o haber caído dormido de agotamiento. Porque sus libros enganchan con el "¿y qué pasará a continuación?" de una forma insuperable; en la novela histórica anglosajona sólo Bernard Cornwell podría aspirar a compararse con él en este aspecto. El gran público le conoce hoy, a través del cine, gracias a una de sus mejores obras: 'Master and Commander'.

Richard Patrick Russ (1914-2000), más tarde llamado Patrick O'Brian, no era irlandés como él decía, sino inglés, descendiente de un médico alemán. Estudió en Dublín y siempre quiso enrolarse en la marina, pero una enfermedad respiratoria se lo impidió, así que se dedicó a escribir sobre su pasión. Con sólo 12 años escribió su primer libro, que fue publicado cuando él tenía 15. Todas sus obras posteriores a su primera publicación quedaron destruidas por una bomba que cayó en su estudio de Chelsea durante la II Guerra Mundial, conflicto durante el que trabajó en el Departamento de Desinformación Propagandística de los Servicios de Inteligencia británicos. Ya en la década de los 50, mientras se ganaba la vida como traductor de francés, alcanzó el reconocimiento público con su libro 'The Catalans' (1953), una novela que entusiasmó a una editorial estadounidense por su rigor histórico hasta el punto de encargarle una novela naval. Y en 1970 O'Brien escribió 'Master and Commander', la primera de una saga de ¡21! novelas sobre las aventuras del capitán de la Royal Navy Jack Aubrey y su amigo y compañero, el médico, naturalista y espía catalano-irlandés Stephen Maturin, durante las guerras napoleónicas. En España se han publicado todas las novelas de la serie menos la última, titulada en inglés 'The Final Unfinished Voyage of Jack Aubrey' y publicada en 2004 en el Reino Unido, cuatro años después de la muerte de O'Brian. Si os gustó la película (que, aunque tomó el título del primer libro de la serie, sigue la narrativa del décimo, titulado en España 'La costa más lejana del mundo'), ya sabéis... Tenéis continuaciones para largo. Y merecen la pena, sin duda.

jueves, 18 de septiembre de 2008

Stallone: buen actor, mejor guionista


Todo el mundo asocia a Sylvester Stallone con sus papeles más conocidos, Rocky Balboa y John Rambo, personajes que se caracterizan por usar principalmente su musculatura y dejar en un segundo plano su cerebro, simple y de instintos primarios. Por ello es fácil caer en la trampa de considerar a Stallone un culturista descerebrado que llegó a la fama a base de levantar pesas y que defiende la violencia. Pero no es así...

Sylvester Gardenzio Stallone nació en Hell's Kitchen (Nueva York) en 1946, hijo de una astróloga y de un estilista. Fue un parto difícil en el que tuvieron que utilizar fórceps y éstos le provocaron la parálisis de un nervio facial de por vida (de ahí su lenta forma de hablar). Estudió en el American College of Switzerland y en la Universidad de Miami. En su época de universitario empezó a recibir clases de interpretación, pero no destacaba en esta faceta. Así que se puso a escribir guiones, y vio que se le daba mejor que actuar. En 1974, con 28 años, se casó; y al año siguiente, viendo un combate entre Muhammad Ali y Chuck Wepner en Cleveland, se inspiró para escribir el guion de 'Rocky'. El guion era magnífico, lo sabía. Y enseguida despertó el interés de la United Artists. Por aquella época, él y su mujer estaban totalmente arruinados, pero aún así se mantuvo firme en su exigencia de que fuese él quien interpretara el papel principal, algo que la productora no estaba dispuesta a aceptar. Le llegaron a ofrecer 100.000 dólares de la época por el guion, pero los rechazó. Vendió a su perro para comprar comida. Y finalmente la United Artists le concedió el papel principal. En 1976 la película se llevó 3 Oscars, y Stallone fue nominado para los premios al Mejor Guion y al Mejor Actor. La película le lanzó a la fama y al dinero. "Si hubiese aceptado aquellos 100.000 dólares, luego me habría colgado de un cerezo", aseguró en una entrevista.
Stallone también redactó el guion de la primera película de Rambo, 'Acorralado' (adaptando la novela 'First Blood', de David Morrell) y dotó al personaje de mucha más humanidad de la que tenía en la novela. Los Rambos y Rockys posteriores, siempre escritos por él, pueden ser peores, pero demuestran el compromiso de un actor, productor y director con la labor primigenia de todo filme, aquella que le abrió las puertas, la del guionista. Y por fin parece que va a poder satisfacer su afición por la literatura, ya que ha escrito el guion de su próximo proyecto como productor y director: 'Poe', una película sobre la vida del famoso escritor, que, según se rumorea, podría ser interpretado por un ya cincuentón Viggo Mortensen.

miércoles, 10 de septiembre de 2008

Fu-Manchu, un villano de leyenda


Existen unos cuantos personajes literarios que, por su originalidad y carisma, han logrado permanecer en la memoria colectiva de la sociedad durante generaciones. Y todos ellos han alcanzado semejante popularidad gracias al cine (quizá Don Quijote sea la excepción...). El personaje del que quiero hablar hoy, Fu Manchú, esa genial creación del inglés Sax Rohmer (1883-1959), también es recordado por sus películas más que por sus novelas y fue interpretado en sus apariciones más recordadas por un gran encarnador de malvados, Christopher Lee. ¿Te suena la expresión "tiene más trampas que una película de chinos"? Pues se la debemos a Fu Manchú. Aquí van unos breves datos sobre el "diablo amarillo": Fu Manchú nació en 1840, hijo del noble Sir William Clayton y Ling Ju Hai, perteneció a la nobleza, estaba forrado, era experto en venenos e ingeniería y poseía enormes hordas de esbirros y ninjas a su servicio; en 1875 conoció a Sherlock Holmes y, a partir de 1880, se dedicó a fingir la muerte de eminentes científicos para recluirlos en su isla y hacerles trabajar al servicio de sus diabólicos planes de destrucción del mundo occidental (sí, coincide con el perfil de Osama Bin Laden en casi todo). Habría logrado cumplir éstos si en 1883 no hubiese nacido el protagonista "bueno" de sus libros y películas, Sir Denis Nayland Smith, sobrino de Sherlock Holmes (hijo de una hermana de éste, en concreto). Nayland era un investigador que iba siempre acompañado del fiel doctor Petrie (no, éste no era familiar del doctor Watson) y que derrotaba una y otra vez al villano asiático.

"Imagínate una figura clásica de mandarín chino; un hombre de alta estatura; delgado, de miembros recios, felino en sus actitudes y movimientos, con un entrecejo como el de Shakespeare y un rostro de expresión verdaderamente satánica. De su cráneo afeitado pende la coleta tradicional de los hijos del Imperio Celeste. Sus ojos tienen el fulgor magnético de los ojos de la pantera". (Extracto de 'El Demonio Amarillo', novela publicada en español en 1935).
Aquí podéis ver un fragmento de la película 'La máscara de Fu-Manchú', con Boris Karloff como el villano:


Pese a que los personajes podrían parecer copias de los de Conan Doyle (si consideramos a Fu Manchú una versión oriental de Moriarty), las novelas y películas de esta saga son buenas por su trama y ambientación, perfectamente adaptadas a una época, la victoriana, en la que el crimen organizado y la fascinación por todo el abanico de nuevas posibilidades que la ciencia aportaba al hombre a la luz del nuevo siglo, tanto para el bien como para el mal, enganchaba la atención del público y creaba un halo de misterio y fascinación que en nuestra época de conocimiento ya se ha perdido. La primera novela de Fu Manchú, 'The Mistery of Doctor Fu-Manchu', apareció en 1913, aunque en España la primera que vio la luz fue 'El Escorpión de Oro', en 1929, seguida de 'El demonio amarillo' (1935) y 'El diabólico doctor' (1935). En el cine, fue primero interpretado por Boris Karloff en los años 50 ('La máscara de Fu Manchú') y luego, ya en los 60, por Christopher Lee. 'El regreso de Fu Manchú' (1965), 'Fu Manchú y el beso de la muerte' (1968) y 'El castillo de Fu Manchú' (1969) son algunas de sus películas. Aquí abajo puedes ver al simpático Sax Rohmer vestido al estilo de su malvado personaje (y fumando en pipa, cómo no).

viernes, 5 de septiembre de 2008

El poeta de la parranda


El mexicano José Alfredo Jiménez no sabía tocar ningún instrumento, ignoraba lo que era un vals o una tonalidad y, para componer, le silbaba las melodías a un amigo suyo. Sin embargo, es considerado el mejor compositor de música ranchera de todos los tiempos. Hijo de un farmacéutico, nació en 1926 y falleció en 1973, a los 47 años. Murió tan joven a causa de una cirrosis hepática provocada por su alcoholismo. Porque el bueno de José Alfredo era un bebedor compulsivo: todas sus penas las ahogaba con tequila, especialmente las provocadas por el desamor. Y fueron decenas las mujeres que le rechazaron. Y fue en las cantinas donde halló la inspiración para componer tantas y tantas canciones (más de mil) que han llegado a ser interpretadas por muchos grandes artistas del siglo XX. La gran mayoría de ellas, con el amor insatisfecho como tema y con la resignación frente a una copa de tequila como contexto, en medio de un ambiente de bohemia mexicana años 50. Algunas de sus canciones, popularizadas por María Dolores Pradera, Luis Miguel, Jorge Negrete o Chavela Vargas entre otros muchos, son 'El rey', 'Si nos dejan', 'Paloma querida', 'En el último trago' o 'El Jinete'. Las dos últimas fueron versionadas hace unos años por Los Rodríguez y Enrique Bunbury respectivamente. ¿Fue un desgraciado? ¿Quién sabe? Sufrió de amores, vivió en el trago y la parranda, sufrió con su cirrosis... y logró pasar a la historia.

jueves, 28 de agosto de 2008

Ismail Kadare, el Delibes de Albania


El escritor albanés Ismail Kadaré (Gjirokaster, 1936) es sin duda el mejor escritor de su país. Estudió en la Universidad de Tirana y luego en la de Moscú, hasta que su país y la URSS rompieron relaciones y hubo de regresar a Albania. En 1990, antes de que cayera el comunismo en su tierra, pidió asilo a Francia. "Las dictaduras y la literatura auténtica son incompatibles", afirmó. Uhm... Aunque comprendo lo que quiere expresar con esas palabras, me hace gracia la expresión "literatura auténtica": ¿acaso hay una literatura que sea de mentira? En mi opinión sólo hay géneros y estilos. Se puede decir que un escrito es soso, poco trabajado, aburrido, grotesco, infantil, pedante, repetitivo... Pero no por ello ha de dejar de ser considerado literatura. El calificativo "auténtico" siempre fue usado, precisamente, por los dictadores...
Frases lapidarias aparte, Kadaré es un magnífico autor, que me recuerda en muchos aspectos al entrañable Miguel Delibes, por sus descripciones costumbristas del mundo rural y por sus personajes, tan reales y tan personajes a la vez. 'Abril quebrado' es uno de los mejores libros que he leído y 'El palacio de los sueños', probablemente su obra más famosa, es muy superior a las pesadillas burocráticas de Kafka. En ella se narra la carrera funcionarial de un joven en un palacio al que llegan continuamente mensajeros que se dedican a recopilar todos los sueños que tienen las gentes del Imperio. Los sueños son estudiados y analizados uno por uno para ver si hay disidencia en ellos y son catalogados en función de su peligrosidad... Lo mejor de Orwell y Kafka juntos, pasado por la batidora del comunismo albanés y decorado con las descripciones de un genio costumbrista. Muy recomendable.

miércoles, 27 de agosto de 2008

¡A la calle!

La BBC ha despedido fulminantemente a Chris Price, un locutor deportivo de su emisora Radio Manchester por decir, durante un partido de fútbol, que un delantero estaba haciendo en la defensa del Bradford "más agujeros que en un avión español". He visto la noticia en la web del Manchester Evening News. Los oyentes se quejaron inmediatamente y la cadena, tras publicar una disculpa, ha despedido a Price. Bien por los oyentes ingleses, que protestaron ante algo que les pareció incorrecto aun tratándose de una tragedia sucedida en otro país; bien por la BBC, que sabe defender su imagen como debe ser: obligando al periodista a la disculpa y echándolo de una patada; mal por Price, quien, pese a tener sólo 25 años y trabajar en sus ratos libres en el Club de la Comedia, no puede excusarse alegando, tal y como ha hecho, que "sólo fue una frase ilustrativa, sin ánimo de hacer un chiste (es decir, que la defensa tenía agujeros como... como... ¡como los aviones españoles! ¡Una comparación muy apropiada, sí, señor!). Y yo ahora me pregunto: "¿Qué habría pasado si cambiamos la BBC por TVE y a Chris Price por María Escario, por ejemplo?". La respuesta la conocimos todos hace poco: una simple disculpa escrita y a otra cosa, mariposa. María Escario sigue siendo considerada una gran profesional y Chris Price, según los periodistas de la BBC, "un estúpido y un mal profesional". Y por eso, entre otras muchas cosas, la BBC es la BBC y TVE es TVE. Y po eso el periodismo en Inglaterra es una cosa seria y en España tiene una pésima imagen...

martes, 26 de agosto de 2008

Se merece nuestro respeto


He recibido un e-mail de Aída Berliavsky, autora de la obra 'Doron Benatar y el libro de los nombres muertos' en el que me pide que comente su obra en el blog. He de reconocer que no la he leído, pero, qué narices, alguien que publica su primera obra y se mueve y se lo curra para darla a conocer merece respeto y que sus esfuerzos no resulten inútiles (algo que produce melancolía). Así que aquí cito una sinopsis y, quien lo haya leído (¡compradlo, malditos; que hay que apoyar la literatura!), que aporte sus comentarios:
"Dorón Benatar es un tipo curioso, se convirtió en detective privado titulado siendo doctor en Filosofía pero cansado de hacer suplencias en colegios ricos con alumnos sólo preocupados por su pelo, su ropa y su móvil. Sus casos son intrascendentes hasta que se ve metido en la recuperación de un ejemplar único de la versión toledana del Necronomicón del siglo XVII robado a la familia Toledano. Inmerso en la investigación del robo, se verá envuelto en una espiral de intereses de sectas, sociedades secretas y bandas callejeras dispuestas a todo por obtener la posesión del libro. Pero no solamente la trama de la historia es atrayente, el personaje en sí mismo y el entorno en el que se recrea la acción también forman parte del atractivo del libro porque en él describe Madrid. Además, como judío madrileño que es, de madre askenazí y padre sefardí, salpica la acción con el discurrir cotidiano de una familia judía madrileña de nuestro tiempo y deja pequeños posos de la tradición cultural hebrea en forma de deliciosos relatos".

miércoles, 20 de agosto de 2008

¡Exterminad a todos los salvajes!


Joseph Conrad es para muchos pirados "el tipo que escribió 'Apocalipsis Now"; para otros, "el autor de 'El corazón de las tinieblas"; para unos pocos, Józef Teodor Konrad Korzeniowski, un emigrante polaco (que nació en Berdyczów, hoy Ucrania, en 1857) nacionalizado inglés que se pasó buena parte de su vida en la marina mercante. Fue esta experiencia la que marcó sus obras: aprendió el inglés (idioma en el que escribía pese a dominar mejor el francés, la lengua de las elites culturales por aquella época) tras enrolarse en un barco británico para evitar el servicio militar ruso; se vio involucrado en tráfico de armas y en conspiraciones políticas; se intentó suicidar a los 21 y en 1889, a los 32, visitó el Congo y se quedó horrorizado por los abusos que cometían los colonos contra la población nativa. Fue ese viaje el que inspiró 'El corazón de las tinieblas'. Y la última frase del informe-guía-panfleto que elabora el buen demente Kurtz para la Sociedad Internacional para la Supresión de las Costumbres Salvajes –más que el superconocido "¡El horror! ¡El horror!"– es la que me llama la atención: "'¡Exterminad a todos los salvajes!". Y me intento colocar en la situación de Kurtz (figuradamente, por supuesto) y me pregunto: "¿Habría extraído yo la misma conclusión?". Si fuese un imperialista mercader de marfil que, gracias a mi tecnología superior, me he convertido en un semidios para los nativos de la jungla que rodea un puesto avanzado y les hiciese practicar rituales como un tirano, puede que sí. Pero si cambiamos la jungla por cualquier otro entorno hostil (como, por ejemplo, la consulta del dentista) y a los nativos africanos por personas cuyos criterios morales difieren y chocan con los míos (como, por ejemplo, el sádico dentista que es capaz de hacer oídos sordos a los gritos de dolor mientras urga en busca de caries)... ¿no sería capaz de aconsejar a quien quisiera escucharme que liquide a semejante monstruo? Si padeciese fiebre de la jungla, como Kurtz, imagino que sí... Creo que, con las condiciones adecuadas, todos podríamos ser Kurtz.
(Y esta tarde tengo que ir al dentista... ¡El horror! ¡El horror!)

lunes, 18 de agosto de 2008

No veo, no oigo, no digo maldades


Los tres monos místicos de la tradición japonesa llevan cuatro siglos indicando al ser humano qué debe hacer para alcanzar la sabiduría: no prestar oído a las maldades, negarse a presenciarlas y, sobre todo, no decirlas. Existe un longevo debate sobre el significado real de la pose de los simpáticos Mizaru, Kikazaru e Iwazaru (pues estos son sus nombres, con un juego de palabras entre la pronunciación de "saru", que significa "mono", y el sufijo de negación "zaru"): algunos dicen que simplemente representan el miedo humano, pues adoptan las posturas de reacción primaria ante él. Pero a mí me gusta más la primera hipótesis. Me hace pensar. En el periodismo, principalmente. ¿No es tarea de los periodistas escuchar y ver lo que ocurre –en su mayoría, cosas malas– para después contarlas? ¿Nos alejaría eso de la sabiduría? ¿Deberíamos ignorar las maldades y no hacernos eco de ellas? Quizá nuestra labor como meros transmisores de información debería dejar en manos del público la toma de decisiones filosóficas: aquí está, esto ha pasado, ahora tú verás si haces algo al respecto o si prefieres ignorarlo, no ver, no escuchar... Sí, quizás sería así... si fuésemos eso, "meros transmisores de información". Pero no lo somos. Somos personas y, por más que nos empeñemos, tomamos una postura ante una información, tenemos unos criterios previos, unas nociones de lo que es más o menos importante, de lo que interesa y de lo que no. Y nos transformamos en las manos que tapan los oídos de la gente, en las manos que ciegan sus ojos, en las que taponan las bocas de aquellos cuya opinión no nos interesa. De igual forma, hay otras manos que nos tapan ojos, boca y oídos a los periodistas: las de nuestros anunciantes, las de la postura editorial del medio para el que trabajamos, las del tiempo y el espacio disponibles...
No creo que la sabiduría se alcance mediante no ver, no oír y no decir maldades. Creo que nos acercaremos a ella cuando sean las propias manos de cada mono las únicas que se posen en su cabeza.

martes, 12 de agosto de 2008

Gutenberg y los cuentos de terror


El terror es uno de los géneros que más seguidores fieles atrae. Bien lo intuía aquel herrero alemán al que, allá por 1449, le dio por inventar la imprenta de tipos móviles: la segunda obra que imprimió –tras el 'Misal de Constanza'– fue una de terror, sabedor de que dicho tipo de escritos eran los que mejor se venderían (aunque para su desgracia murió arruinado; ¡malditos préstamos bancarios!). Se titulaba 'La Biblia' y no es mi intención ofender a nadie, pero es innegable que reúne todos los elementos característicos del género: demonios, criaturas sobrenaturales, violencia, vísceras, matanzas de niños... E incluso ese fino terror-suspense al estilo Hitchcock, con Abraham conduciendo a su hijo a un monte donde el lector sabe que habrá de matarlo (¿Se salvará? ¿Se echará atrás el padre? ¿O sucumbirá al cruel chantaje divino? ¡Argh, qué angustia!). Es una obra que, si no fuese porque la edita quien la edita, jamás habría pasado una censura hace treinta años y que, sin embargo, se leía y hacía leer (y se lee y hace leer) a los niños desde su más tierna infancia. Y me parece estupendo. Los niños tienen que tener a su alcance obras lo más imaginativas posibles y, si bien la Biblia es un libro duro, no lo son menos los tradicionales cuentos infantiles, capaces de deshollar la sensibilidad de un caballero legionario: 'Las zapatillas rojas', del danés Andersen, por ejemplo. En esta obra, una niña pobre que de mayor quiere ser bailarina pierde a su madre y es recogida por una señora que le da pasta para que se compre unos zapatos para su puesta de largo. Ella desobedece y se compra unos llamativos zapatos rojos de baile, pecando de vanidad ante todo el pueblo (¡hay que joderse! ¡Sólo son unos zapatos!). Y encima se los pone para el funeral de su benefactora. Así que un tipo le echa una maldición en la iglesia y los zapatos se funden a sus pies y comienza a bailar sin parar. Y baila y baila hasta que, sintiendo que va a morir si no deja de bailar, va a ver al verdugo y le pide que le corte los pies. Y se los corta. Y la chica, con la lección aprendida y unos pies de madera, vive ¿feliz? desde entonces. ¿Y esto es para niños? ¡Si a mí me duelen los tobillos ahora mismo sólo de escribirlo!

martes, 5 de agosto de 2008

¿Destaco esta noticia o destaco esa otra? El eterno dilema del periodista...


Me llama la atención leer en la portada de la edición digital de 'El País', en la mañana del 5 de agosto, dos noticias que ocupan un espacio similar y una posición semejante y que, por tanto, poseen una importancia equivalente para la persona encargada de decidir la jerarquización de contenidos. El titular de la primera noticia reza "Ban Ki-Moon alerta sobre la gravedad de la crisis alimentaria" y el de la segunda, "Cuentos chinos en clave pop". Esta última información destaca sobre la otra gracias a ir acompañada de una ilustración, concretamente la de aquí arriba, obra de Jamie Hewlett. ¿Sobre cuál de las dos harías clic antes? Yo no dudé: sobre la del mono. Y me enteré de que un tipo que antes tocaba en el grupo Blur ha compuesto una especie de ópera que en realidad "es un espectáculo circense, donde actores, contorsionistas y acróbatas conviven con personajes de animación. La narración del viaje espiritual de un mono. Una pieza teatral donde los artistas cantan arias practicando kung-fu o suspendidos en el aire". Vale. Guay. Voy a repetir lo esencial para que te recrees en su musicalidad: "La narración del viaje espiritual de un mono". Volví a la portada y pinché en la otra noticia, en la que no llevaba imagen, en la menos importante. Y me enteré de que el secretario general de la ONU hace un llamamiento a la comunidad internacional para que atienda la problemática de la crisis alimentaria y el cambio climático, dos fenómenos que "amenazan seriamente a las nuevas generaciones". Repito la parte clave: "Amenazan seriamente a las nuevas generaciones". Los periodistas somos, indudablemente, responsables de decidir qué es noticia y qué no; qué es importante que conozca el ciudadano y qué no. Si yo hubiese tenido sólo un minuto de tiempo para leer las noticias, sólo me habría informado sobre "el viaje espiritual de un mono" e ignoraría qué cosas "amenazan seriamente a las nuevas generaciones". Y que conste que me caen muy simpáticos los monos, como demuestra el título de este blog. Pero los periodistas deberíamos reflexionar.

martes, 29 de julio de 2008

Miyamoto Musashi: toda una vida para una obra cumbre

Miyamoto Musashi (1584-1645) fue un famoso samurái de la época feudal japonesa, considerado popularmente el mejor de la historia. Quitando las leyendas que le rodean, llenas de moscas atrapadas al vuelo con palillos y nubes de enemigos derrotados en combates numéricamente injustos, algunos datos de su vida sí parecen claros: fue un chaval muy desarrollado físicamente que, tras quedarse huérfano con siete años, se crió con un tío suyo que era sacerdote; este tutor fue quien le introdujo en el arte del guerrero y, con trece añitos, ganó su primer combate contra un samurái adulto, a quien derribó y, cuando éste se iba a levantar, abrió la cabeza con un palo, dejándolo seco. Buen comienzo. A los 17 años inició su Musha Shugyo, que consistía básicamente en vagabundear durante años por todo el país buscando rivales a los que derrotar en combate, algo muy común entre los samuráis de la época. Ganó más de 60 peleas, la mayor parte a muerte, y nunca fue derrotado. Cuando cumplió los 50, se cansó de repartir leña (curiosamente, solía usar espadas de madera, porque el tipo era tan hábil que no necesitaba filos para matar a sus rivales) y, como creía que ya había aprendido todo lo posible del vagabundeo, se asentó. Jamás se casó ni trabajó ni hizo otra cosa que dedicarse a mejorar su conocimiento de sí mismo y de su técnica. La iluminación a través del Camino de la Espada. Dos años antes de morir se retiró a una cueva y en ella, sintiendo cerca el final, se puso a escribir su libro, el famoso Libro de Los Cinco Anillos, superior en muchos aspectos al Arte de la Guerra del chino Sun Tzu, con enseñanzas más aplicables a la vida moderna y favorecedoras de la reflexión. La obra se compone de cinco tratados: El Manuscrito de la Tierra, El Manuscrito del Agua, El Manuscrito del Fuego, El Manuscrito del Viento y El Manuscrito del Vacío. Su libro es leído hoy en día por muchos empresarios japoneses para encontrar inspiración y guía a la hora de dirigir sus negocios. Da muchos consejos (sé como el agua, my friend, tu espíritu debe amoldarse al recipiente en el que se encuentre en cada momento; distingue las ventajas y desventajas de cualquier asunto; percibe y comprende aquellas cosas que a simple vista no se pueden ver; no pienses en lo que el enemigo te puede hacer a ti, piensa en lo que tú le puedes hacer a él; entrena constante y mentalmente: hoy es la victoria sobre tu Yo de ayer, mañana es tu victoria sobre hombres inferiores; no hagas nada que no tenga utilidad; si una estrategia no te funciona la segunda vez que la pruebas contra un mismo enemigo, no tiene sentido intentarlo una tercera...), pero, tras la mayoría de ellos, da el mejor de todos: "Sobre esto deberías reflexionar más"; "medítalo por ti mismo"; "razona lo aprendido"... Un tipo generoso: dedicar toda una vida entera a una sola cosa para que los que lean su obra puedan aprender todo lo que sacó él en claro sin necesidad de perder más de dos o tres horas de las suyas.

lunes, 21 de julio de 2008

Edgar Allan Poe o el arte de copiarse a uno mismo

La literatura de terror psicológico no sería lo mismo sin Poe. Mejor o peor, eso ya no lo sé; pero sin duda diferente. Dicen que es el padre del relato corto, pero eso lo afirman los yanquis, para quienes la literatura comenzó con Shakespeare, murió con Shakespeare y volvió a nacer en 1776 en la costa Oeste del Atlántico Norte para no abandonar ya nunca esas tierras. Si Poe es el padre del relato corto, entonces Cervantes es el de la novela, como no paramos de recordar los españoles (éste es otro tema que quizá trate en el futuro). Para quienes desconocen la biografía de Poe, les diré los dos datos básicos: nació en Boston en 1809 y la palmó tirado como un perro en las calles de Baltimore en 1849 (de delirium tremens, cólera, sífilis, epilepsia, meningitis... ¿Quién sabe?). En su obra, cómo no, destacan sus relatos de miedo. ¿Quién no ha leído o escuchado hablar de 'El pozo y el péndulo', 'El corazón delator' o 'El gato negro'? Pues bien, yo defiendo la teoría de que Poe se reía del "dark romanticism" en el que siempre le han catalogado junto a Hawthorne o Melville. Lo argumento: su primer cuento publicado, 'Metzengerstein', fue un intento de satirizar la ficción gótica (un joven noble alemán provoca un incendio que acaba con el patriarca de una familia rival y se queda prendado de un caballo salvaje que acabará por arrastrarle a las llamas de su propia mansión) recurriendo a los topicazos. Y Poe era un vago. Si había escrito algo que había gustado, lo repetía. Si cambiamos el gato negro de 'El gato negro' por un corazón, nos encontraremos con 'El corazón delator', con la única diferencia de estar tras una pared en lugar de bajo el suelo. Si algo funciona, ¿para qué cambiarlo? Y si a ti, en origen, te resultaba risible un género, has escrito algo de ese estilo y te has dado cuenta de que, por fin, te lo han publicado, ¿por qué no seguir escribiendo sobre oscuridades, angustias terribles como ser enterrado vivo y torturas como la de 'El pozo y el péndulo'? Así, 'El tonel de amontillado' vuelve a hacer hincapié en el emparedamiento, por ejemplo. Y su detective Dupin, de 'Los crímenes de la calle Morgue' es una copia de Vidocq (y luego Conan Doyle se copió de Dupin para crear a Sherlock Holmes; y ahora se han copiado de Holmes para crear al doctor House... Esto es una cadena sin fin). En fin, que Poe se autocopiaba, se repetía más que el TBO y estaría partiéndose de risa en su tumba sino le diese tanto miedo despertar después de ser enterrado.

miércoles, 16 de julio de 2008

Sobre arañas, timos y Bob Dylan

Escritura Automática es un mundo, superpoblado de manchas, que debe ser visitado una vez en la vida. Para a continuación ser enviado a la Galaxia de los Planetas Literarios Desterrados, junto a Poesías de Juventud y Letras de Canciones Sin Música. Para aterrizar en él, basta con un boli (una pluma no siempre chuta con la fiabilidad que requiere la escritura automática) y un folio en blanco o con cuadritos; o con aquellos divertidos renglones paralelos entre los que no había Dios que ajustase el tamaño de su letra. Se pone la mente en blanco y se empiezan a escribir todas las palabras que se te pasan por la cabeza, sin orden ni concierto. No se trata del "flujo de pensamiento" de Joyce: no es cuestión de expresar los pensamientos según el orden natural y errante que éstos siguen, sino de escribir todas las palabras que saltan de neurona en neurona gritándote: "¡Hey, estoy aquí! ¡Escríbeme, tío!". Por supuesto, no serás capaz de atrapar todas y, si lo haces correctamente (díficil determinar esto), muchas palabras se repetirán. ¿El resultado? Un puto galimatías que no te dirá nada a ti y mucho menos a un lector con un número de DNI diferente del tuyo. Sin embargo, hay autores que han llegado a tirar de nombre para colocar en las estanterías de las librerías volúmenes llenos de sus "pensamientos automáticos". Como Bob Dylan. Su libro 'Tarántula' es un buen ejemplo de escritura automática y una basura literaria talla XXL. ¡CONCURSA Y GANA!: Aquel de nuestros lectores que se lea entero 'Tarántula' y nos envíe una sinopsis correcta de 3 líneas sobre su contenido se llevará un piso en construcción de la promotora Martinsa-Fadesa. ¡Corre!

martes, 1 de julio de 2008

¡Pobre John Kennedy!

No, no voy a hablar de JFK, voy a hacerlo de John Kennedy Toole, un tipo cuya muerte no fue menos trágica que la del malogrado icono pop. El John del que hablo, como muchos sabréis, fue el autor de una obra maestra que ha inspirado a más de un cineasta y a más de diez escritores, 'La conjura de los necios', una "comedia" con un personaje principal, Ignatius J. Reilly, muy friki y muy real que se lee con distintos ojos antes y después de conocer la historia de su autor. John, que cumplida la treintena vivía con sus padres y, según dicen, había sufrido una severa represión por parte de su madre desde la infancia, escribió la novela, la envió a la editorial Simon&Schuster y le mandaron al carajo, argumentando que la obra "realmente no trataba de nada". John se sintió como un fracasado (muy típico de la mentalidad estadounidense, ese maniqueísmo 'winners' - 'losers') pilló una depresión, dejó el trabajo y en marzo del 69, mientras en algunas ciudades se celebraba la segunda primavera de la vida, él se metía en su coche, con una manguera que unía el tubo de escape con la ventanilla del conductor. Tenía 31 tacos. Tras su muerte, su madre encontró el manuscrito de 'La conjura de los necios', se lo envió al escritor Walker Percy y éste hizo que se publicara en 1980. En 1981, John ganó el Pullitzer. Moraleja: hay que pedir siempre una segunda opinión; sobre todo si la primera no nos gusta.

Aquí os dejo una foto de la estatua de Ignatius, el prota de 'La conjura de los necios', que hay en Nueva Orleans.

lunes, 30 de junio de 2008

Un mono siempre funciona


La pregunta del millón que todo escritor se hace, después de "¿Cuándo ganaré dinero con esta mierda?", es "¿Cómo puedo enganchar al lector para que no forme una pelotita con un folio lleno de mis bonitas palabras o, peor aún, lo doble por la mitad (para después limpiarse el culo sin arañarse con aristas)? Respuesta corta: "Con un mono". Respuesta larga: "Con un mono y un perro".
Existen, sí, muchas teorías acerca del mejor modo de atrapar al lector: "Empieza por el hecho más triste que se te ocurra"; "Deja siempre claro que una sorpresa sorprendente aguarda al que tenga los huevos de tragarse tus 45 folios de peñazo"; "Haz referencias continuas a tipos 'cool', como House, Risto Mejide o Kung-Fu Panda"... Pero lo único que a mí consigue llamarme la atención sin excepción (porrompompón) es la aparición de un simpático simio o un intrigante can en escena.
Pero un mono no siempre tiene la apariencia que todo el mundo espera; al igual que un perro no tiene porque parecerlo. Basta con que lo sean. En este blog hablaré de muchas cosas, pero en todas las entradas podréis encontrar a ese mono o ese perro que a mí me ha llamado la atención y que espero que a vosotros os enganche (a ver si empiezo pronto a ganar dinero con esta mierda).